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Opinión

¡Despertad a los que duermen en política!

En esta ocasión hablaremos de un poema que hace alusión al estilo de vida de algunos representantes públicos que gozan de cargos de representación, es decir, los legisladores.

Aristóteles escribió que en general hay dos tipos de hombres:

a) aquellos que viven dormidos, y les encanta vivir en ese estado.

b) aquellos que viven despiertos como resultado de la razón y la conciencia.

El despertar se refiere al salir de la ignorancia al tener una vida libre y responsable.

Por su parte, el filósofo Platón retrata esta situación en La República, mediante la Alegoría de la caverna.

Hay que salir de la caverna para ver la luz, hay que dejar de dormir y despertar. Tanto Platón como Aristóteles coinciden en señalar que es responsabilidad de aquellos que han logrado despertar ayudar a los que aun viven dormidos, es decir, auxiliar a salir de la caverna.  Veamos lo que dice el poema:

Déjame dormir, mamá

Hijo mío, por favor,
de tu blando lecho salta.
Déjame dormir, mamá,
que no hace ninguna falta.

Hijo mío, por favor,
levántate y desayuna.
Déjame dormir, mamá,
que no hace falta ninguna.

Hijo mío, por favor,
que traigo el café con leche.
Mamá, deja que en las sábanas
un rato más aproveche.

Hijo mío, por favor,
que España entera se afana.
¡Que no! ¡Que no me levanto
porque no me da la gana!

Hijo mío, por favor,
que el sol está ya en lo alto.
Déjame dormir, mamá,
no pasa nada si falto.

Hijo mío, por favor,
que es la hora del almuerzo.
Déjame, que levantarme
me supone mucho esfuerzo.

Hijo mío, por favor,
van a llamarte haragán.
Déjame, mamá, que nunca
me ha importado el qué dirán.

Hijo mío, por favor,
¿y si tu jefe se enfada?
Que no, mamá, déjame,
que no me va pasar nada.

Hijo mío, por favor,
que ya has dormido en exceso.
Déjame, mamá, que soy
diputado del Congreso
y si falto a las sesiones
ni se advierte ni se nota.
Solamente necesito
acudir cuando se vota,
que los diputados somos
ovejitas de un rebaño
para votar lo que digan
y dormir en el escaño.
En serio, mamita mía,
yo no sé por qué te inquietas
si por ser culiparlante
cobro mi sueldo y mis dietas.
Lo único que preciso,
de verdad, mamá, no insistas,
es conseguir otra vez
que me pongan en las listas.
Hacer la pelota al líder,
ser sumiso, ser amable
Y aplaudirle, por supuesto,
cuando en la tribuna hable.
Y es que ser parlamentario
fatiga mucho y amuerma.
Por eso estoy tan molido.
¡Déjame, mamá, que duerma!

Bueno, te dejo, hijo mío.
Perdóname, lo lamento.
¡Yo no sabía el estrés
que produce el Parlamento!

Este poema fue escrito en 1700 por Fray Junípero (1713 – 1784), religioso franciscano español. El poema además de invitar a la reflexión, me hace recordar aquella frase de Seneca que dice: La corrupción es un problema de los hombres, no de los tiempos.

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