México enfrenta el reto de generar soluciones creativas y autosustentables, para aumentar la penetración de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) con fines educativos en los poblados más desprotegidos.
En México, la penetración de las TICs aún es baja, de acuerdo a los resultados estatales de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2015, existen diferencias en la disponibilidad de computadoras.
En el Distrito Federal, Nuevo León, Sonora y Baja California, seis de cada diez hogares disponen de una, mientras que en Guerrero, Oaxaca y Chiapas de cada cuatro poseen una, siendo un impacto significativo ya que esta disponibilidad cierra un canal de comunicación entre la escuela y la familia que limita la acción conjunta entre ambos agentes educativos.
La escasez de materiales en las bibliotecas también es otro obstáculo para la formación de niños y jóvenes de los sectores menos favorecidos, de acuerdo al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
El Distrito Federal es una entidad en donde es más sencillo acceder a un libro, mientras que en estados como Chiapas hay un rezago económico y de infraestructura.
La incorporación de las TIC´s en la educación abre posibilidades para mejorar los procesos de enseñanza y de aprendizaje, por ejemplo, en Ecuador, durante el 2015 se logró reducir 18 puntos la brecha de analfabetismo, pasando del 32 por ciento al 14 por ciento, cuando se incrementó el acceso a internet, menciona el sitio de noticias de ese país “El Ciudadano”; sin embargo, no es suficiente con dotar de computadoras, hace falta una transformación comprometida.
En este orden de ideas, en México necesitamos trabajar en dos caminos:
- Por un lado, en la iniciativa privada y gobierno, urge de manera conjunta generar soluciones creativas y autosustentables, para aumentar la penetración de las TICs con fines educativos en los poblados más desprotegidos.
- Y por otro, el uso de la tecnología en el proceso enseñanza-aprendizaje, debe ser un catalizador para su transformación, de poco servirá incorporarla utilizando modelos anacrónicos basados en la memorización y en el trabajo individualista, por el contrario, se debe de fomentar el pensamiento disruptivo que transforme la manera en la que los niños y jóvenes están acostumbrados a interaccionar con la vida.
Porque queramos o no, ya estamos inmersos en la cuarta revolución industrial y debemos ser actores de esta transformación, no solo espectadores.
Así mismo, la tecnología debe de habilitar el aprendizaje colaborativo integrando diferentes comunidades de enseñanza tanto nacionales como internacionales, sería ideal hacerlo con hablantes de otros idiomas aunque esto represente un reto aun mayor, no obstante, hacerlo al menos con hispanos parlantes de otras latitudes seguramente sería un buen comienzo.