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Ciencia para todos

¿Cómo puede la ciencia impactar en la educación básica?

En un intento por generar interés en un tema que en México tiene relevancia en los círculos académicos, -aunque reducidos-, se han formulado preguntas generadoras de expectativas, que quizá puedan alentar la reflexión por la ciencia y su incidencia en la formación de las nuevas generaciones. Las preguntas, que se hacen en el marco del análisis del discurso de un plan de estudios en boga, pero de larga data, -más de veinte años-, son las siguientes:

¿Hay una propuesta de innovación en la educación básica que tenga en el centro a la ciencia como su motor impulsor?

¿Cuál es la característica de la propuesta de innovación en la ciencia que se formula como adecuada para conformar la personalidad de los alumnos de educación básica?

¿La sociedad actual ha alcanzado un nivel de alfabetización científica que pueda ser considerado adecuado para el desarrollo que exige la problemática del mundo actual?

¿Por qué una apertura hacia la alfabetización científica responde a un interés por mejorar la condición humana?

¿Cuál ha sido la idea de concepción mantenida en el imaginario docente académico que ha conformado el discurso en materia de innovación, ciencia y conocimiento hacia los docentes de educación básica?

¿Cuál es la característica del marco referencial a partir del cual se han formado los profesores de educación básica egresados de la Universidad Pedagógica Nacional, en planes de estudio como la licenciatura en educación?

Es una hipótesis sugerente que las sociedades basadas en el conocimiento y la información, sólo hacen posibles sus beneficios si los sujetos que participan en ellas son capaces de entender los principios que la ciencia y la tecnología generan a partir de sus programas y proyectos.

Por lo que los conocimientos y procesos de organización de la sociedad cada vez más complejos, requieren una ciudadanía vigilante y crítica de los mismos, en la medida que participa y propone formas de regulación de sus beneficios.

Actualmente, desde una visión no conservadora sólo una porción calculada en el 1 por ciento de los habitantes del planeta tiene grandes márgenes de ganancias por los desarrollos de la ciencia y la tecnología, quedando el restante 99 por ciento en desventaja.

La categoría de innovación ha ocupado un lugar importante en el campo de la ciencia, a ésta, junto con la tecnología se le asigna el papel transformador de la forma de vida del ser humano en áreas como la salud, la alimentación y el transporte.

Mejorar la salud, la alimentación y la movilidad ha sido de las grandes preocupaciones generadoras de acciones, servicios, productos y redes socio-económicas. Los sistemas de salud pública y privada, la actividad económica o el mercado de alimentos industrializados –transgénicos o no-  y toda la actividad automotriz y de transporte representan una basta y difícil tarea de cuantificar, que ha sustentado el grado de sus éxitos en los beneficios que la tecnología y la ciencia le han abonado.

Pero, socialmente, la ciencia prestigiada deja de ser interesante porque no representa mejoría tangible en la condición de vida a grandes sectores de la población.

Así, las sociedades de la información y el conocimiento albergan en su seno grandes valores en ciencia y tecnología, pero que no benefician por igual a todos.

El prestigio social de la ciencia se convierte en un ente decadente, que en la lucha por sobrevivir no deja lugar al ciudadano común y corriente a interesarse por incursionar en él. En lugar de debatir y conocer la ciencia, debate su existencia y la precariedad de los recursos que le ofrece su entorno.

En el mismo sentido, debates por la educación pública han ocupado más sus planas y espacios audiovisuales a criticar los magros logros en matemáticas y español que en otras áreas como las ciencias.

Es comprensible en una sociedad donde la economía lo define prácticamente todo y la comunicación ha tenido un papel preponderante, aunque no definitorio en el desarrollo nacional. Ante ese vacío de información sobre ciencias, es que se quiere contribuir a centrar el interés de los lectores en la ciencia como mecanismo que permita mejores resultados en la mejora de las vidas de quienes habitamos este planeta.

Cierto que la sobrevivencia ocupa primerísima importancia en las preocupaciones de los ciudadanos, pero como cuerpo social que aspira a la viabilidad y la sostenibilidad, la ciencia estaría en un orden que permita definir los pasos de manera certera hacia el futuro que queremos. Por ello, buscar en los planes de estudio, las directrices y las concepciones que orientan la formación de los profesores en servicio, se vuelve una tarea obligada para los formadores de los formadores en el campo pedagógico.

Ante la búsqueda de innovación y mejoría de la condición humana, la educación básica que hoy abarca preescolar, primaria y secundaria, se convierte en pilar de la formación del niño, pues en promedio se cursa y concluye a los quince años de edad.

Cursarla garantiza acercarse a la ciencia, que se establece como el gradiente principal de la formación de un sujeto que reconoce su mundo, que se inserta en un espacio laboral plenamente consciente de las posibilidades de la acción humana, pues tiene “los conocimientos fundamentales para comprender los fenómenos naturales, preservar su salud, proteger el medio ambiente, conocer su historia y la geografía de su país”. Sin embargo, al mirar críticamente el entorno, esa visión del sujeto parece no ser la de uno alfabetizado científicamente.

Puesto que la persona alfabetizada científica y técnicamente es capaz de utilizar conceptos científicos e integrar valores y saberes para adoptar decisiones responsables para la vida corriente (Fourez, 2005: 25), lo que permite, pasar a ser una comunidad más integrada a las decisiones que se basan en la información y una mejoría y aprovechamiento de los recursos acorde a las necesidades sociales y económicas, la escuela debería vigilar esa posibilidad.

El escenario de una sociedad alfabetizada científicamente es de gran valía al considerar su arribo no sólo al beneficio en términos financieros, sino sociales, a favor de los sectores que por sus carencias económicas y cognitivas no alcanzan los beneficios que auguran.

A pesar de la dificultad de lograrlo, es necesario alcanzar una cierta comprensión y apreciación global de la ciencia y la tecnología como empresas que han sido y continúan siendo parte de la cultura (UNESCO, 2005: 18), pues de lo contrario, los grados de consumo acrítico y desinformado, pueden seguir dando pie a formas de engaño y explotación de elites a grandes grupos humanos, que también se caracterizan por enormes carencias sociales y económicas.

El plan de estudios de la licenciatura en educación de la UPN asume una postura que piensa a la alfabetización científica como elemento fundamental para que la labor dentro de la educación básica, sea garantía de la consecución de dicha meta: alfabetizar científicamente al niño que la cursa. Empero, la publicación de los resultados de evaluaciones internas y externas ha arrojado que ésta, junto con el conocimiento científico, en ese nivel educativo tiene dificultad en alcanzarse y que la innovación apenas se instala en la antesala de las prioridades del cuerpo del sistema educativo nacional.

Si quieres saber más sobre el tema asiste al foro “La función de la investigación educativa en el contexto actual”, que se realizará el 29 y 30 de septiembre de 2015 en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Unidad 151 de Toluca. Más información en el portal www.metricadigital.com.

Foto tomada de conacyt agencia informativa.

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